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GALERÍA DE LA HISTORIA

HISTORIA DE

ZEUS

Fui abandonado en una carretera en Bayamón donde permanecí inmóvil por dos días, bajo lluvia y sol hasta que una Sra que iba caminando me vio, me grabó y contactó a BBF. Mientras el equipo coordinaba llegar al lugar para rescatarme, personal de Centro de Control de Animales me llevó con ellos.  BBF realizó múltiples esfuerzos hasta lograr recuperarme pues sabían cuál sería mi destino

Fui llevado de emergencia a una clínica veterinaria en donde me evaluaron y permanecí recluido por una semana.  Estaba anémico, desnutrido, deshidratado, con parásitos intestinales.  La prognosis de mi inmovilidad en las patas traseras no era alentadora.  Me refirieron a ser evaluado por un especialista, luego de varias campañas de recaudación de fondos, lograron realizarme un mielograma y una laminectomía; deseaban auscultar si había algún tumor o presión en mi cordón espinal que estuviera provocando el que no pudiera caminar.  Tristemente no se logró confirmar que provocaba la inmovilidad en mis patas traseras, se creía podía ser algún problema neurológico degenerativo. 

 

Se decidió comenzarme en terapias quiroprácticas, de movilidad, terapias con laser con ultrasonido y se comenzó a observar cierta mejoría.  Ya podía levantarme utilizando la fuerza de mis patas delanteras e incluso comencé a utilizar un carrito con ruedas con el cual daba paseos por la finca. 

 

Mis cuidadoras acudieron a diferentes planes para intentar rehabilitarme, desde enviarme a una clínica veterinaria por un mes, pagando hospedaje diario para que así pudiera recibir tres terapias semanales en vez de una, contrataron a dos asistentes veterinarios para mi cuidado diario cuando ellas se encontraban en sus empleos, y con esfuerzos de las personas que seguían mi caso lograron comprar una piscina para que pudiera recibir terapias acuáticas en la misma finca.  A pesar de todos sus esfuerzos, mi cuerpo ya se sentía cansado, a veces me costaba poder orinar bien y tenía que ser asistido para hacerlo. Es muy complejo y difícil el proceso de rehabilitación de un caso como el mío más aun en mi tipo de raza, pues soy un perro de más de 70 libras.

 

Por los periodos que pasaba acostado a pesar de toda la atención que recibía, me comenzaron a salir úlceras por presión, estuve hospitalizado unos días y con el cuidado de ellas y el de un técnico que contrataron específicamente para atenderme, lograron sanar mis úlceras. Retomé mis terapias acuáticas las cuales disfrutaba muchísimo, en el agua me sentía libre.  Me encantaba jugar con peluches y mis mamás me compraban de todos tipos y tamaños.  También me gustaban unos snacks que ellas todas las semanas me llevaban de sorpresa. 

 

A las dos semanas las úlceras comenzaron a salir nuevamente, a pesar de los dedicados cuidados que me brindaban, ya el equipo junto a uno de mis doctores discutían la posibilidad de asistirme en decirme adiós.  Pero yo no quise hacerlos pasar por ese momento tan difícil de tomar esa decisión.  Una tarde mi mamá Leyka me compró un peluche nuevo y mi snack favorito, compartió conmigo como de costumbre y me dio comida, a mí me gustaba comer de su mano.  La mañana siguiente me atendió como de costumbre y se despidió de mi pues iba a trabajar.  Cuando Raúl el amigo que me cuidaba durante el día llegó, compartí con él un rato, me dio agua, me recosté de su mano y decidí partir luego de un profundo suspiro.  Mis mamas salieron de sus trabajos y fueron a despedirse de mí. Hoy agradezco desde el cielo todo lo que hicieron por mí en mi último año de vida… Ya soy libre, puedo correr como siempre soñé.

Zeus

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